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Comentario Se entiende por equipo de protección individual (EPI) aquellos equipos destinados a ser llevados o sujetados por un trabajador para protegerlo de uno o más riesgos que pueden amenazar su seguridad o salud en el trabajo, así como cualquier complemento o accesorio destinado a tal fin1,2. A éste efecto, la normativa aplicable es el Real Decreto 773/1997, de 30 de mayo, sobre disposiciones mínimas de seguridad y salud relativas a la utilización por los trabajadores de equipos de protección individual, y el Real Decreto 1407/1992, de 20 de noviembre, por el que se regulan las condiciones para la comercialización y libre circulación intracomunitaria de los equipos de protección individual3 (alcohol 70%).
Cuando el personal sanitario, en aplicación de la LPRL, está expuesto a un riesgo tal que hace necesario el uso de un EPI, de acuerdo con lo establecido en el Real Decreto 773/1997, el equipo debe estar certificado de acuerdo con el Real Decreto 1407/1992, lo que queda evidenciado por el marcado CE de conformidad3 (filtro 2097 3M).
Cuando estas medidas se revelan insuficientes, se impone la utilización de EPIs, a fin de prevenir los riesgos residuales ineludibles - guante de latex. El hecho de que se recurra a los EPIs como "último escalón" de la acción preventiva no se debe a que este tipo de medida sea menos importante que las demás.
El uso de equipos de protección corporal (monos, batas, delantales, capuz, polainas, etc.) en la exposición a agentes biológicos en fluidos corporales junto con otros equipos de protección, parece reducir la tasa de contagios aunque los estudios son escasos i poco consistentes7 (casco). Como protección del cuerpo, en el caso de riesgo bajo de exposición a agentes biológicos peligrosos se puede optar por bata entendida como EPI (con o sin polainas), mientras que, para exposiciones de alto riesgo, hay que emplear vestido/mono integral preferentemente con capucha o capelina para proteger la cabeza y polainas hasta media pierna para cubrir los pies.
A la hora de elegir el tipo de EPI a utilizar para proteger el cuerpo, hay que tener en cuenta la magnitud del riesgo de exposición en función de la tarea a realizar, la dificultad para retirarse de forma segura el equipo (escoger el equipo que protege más adecuadamente según el nivel de riesgo y que es más fácil de retirar) y la comodidad/traspiración del equipo tal que proteja de forma adecuada con la mínima incomodidad.
Las batas, al igual que las polainas, capuz, maguitos de antebrazos y los monos/trajes integrales de protección, deberán estar testadas según la norma UNE-EN 14605 y deberán cumplir con la clasificación adecuada al nivel de riesgo, en los ensayos de barrera contra la penetración de agentes biológicos según la norma UNE-EN 14126 (ISO 16604: resistencia a la penetración de patógenos transmisibles por sangre -bacteriófagos- bajo presión hidrostática, ISO 22610: resistencia a la penetración de agentes biológicos por contacto mecánico con sustancias que contienen líquidos contaminados, ISO/DIS 22611: resistencia a la penetración de aerosoles líquidos contaminados biológicamente, y ISO 22612: resistencia a la penetración de partículas sólidas contaminadas biológicamente)3.
Es importante remarcar que las batas quirúrgicas de ropa no impermeable u otras batas que no cumplan estos requisitos puede que no confieran la protección mínima necesaria3. En muchas ocasiones, a pesar de que los equipos de protección corporal utilizados han superado las pruebas para ser certificados como EPIs, su diseño de patronaje (forma de cierre a nivel de cuello, tamaño de goma en los puños, longitud de las cintas de sujeción, existencia i tamaño de pestañas en las zonas de cierre,…) puede favorecer o dificultar una puesta o retirada segura del equipo o puede permitir una mejor o peor combinación con otros equipos (capuz, gafas de protección, mascarilla autofiltrante,…), pero no existen estudios comparativos en la eficacia de protección de los diferentes diseños.
Esto implica que, para escoger la talla de los monos, se tendrán en cuenta las dimensiones corporales a las que se ajusta, que deben ser indicadas igualmente por el fabricante en la etiqueta de la pieza y del folleto informativo3. mascarillas planas. Es necesario disponer de las tallas adecuadas a las características físicas de los trabajadores de cada centro de trabajo, en número suficiente para que no haya carencias de equipos de protección tanto para la asistencia de casos como para las sesiones de formación práctica para entrenar al trabajador en la colocación y la retirada correcta de los equipos.
Distintos organismos y centros asistenciales han elaborado metodologías para la puesta y retirada de equipos (CDC, Public Health England, entre otros), pero no se dispone de estudios comparativos concluyentes sobre errores o contaminaciones durante la retirada según las distintas metodologías. En éste sentido, sería interesante armonizar las distintas metodologías y realizar estudios comparativos de su eficacia.
Disponer de instalaciones o espacios adecuados para la puesta y retirada de EPIs (dimensiones adecuadas, instalaciones específicas de aislamiento de pacientes, ventilación adecuada, antesalas, duchas, instalaciones para lavarse las manos, instalaciones de descontaminación de superficie,…) y tallas o diseños adecuados a las diferentes necesidades según el nivel de riesgo puede influir en su eficacia8 - detector de temperatura. guante de latex.
Mientras que una actitud complaciente del grupo hacia el cumplimiento de protocolos para el control de la infección en el lugar de trabajo, la percepción de que el uso del EPI por el trabajador sanitario puede ser estigmatizante para los pacientes y la incomodidad al usar el EPI, se han identificado como barreras para conseguir buenos niveles de adherencia al uso del EPI8,9 - casco.
Por ejemplo, el uso de una pantalla facial "protege" a un EPI respiratorio de salpicaduras con fluidos respiratorios, hecho que, facilita una retirada más segura de la mascarilla. Las publicaciones sobre metodología de formación a los trabajadores sanitarios para su correcta capacitación, aunque tienen baja consistencia metodológica, evidencian mayoritariamente que la adherencia al uso de EPIs de protección corporal es baja (alrededor del 77% de las exposiciones), y que parece mejorar cuando se realizan cursos formativos (tanto de entrenamiento activo -realizando personalmente puesta i retirada de equipos- como pasivo -visualizando videos o representaciones de puesta i retirada-) respecto a la ausencia de entrenamiento al respecto10.
No existen evidencias suficientes respecto a si metodologías de capacitación tradicionales son mejores o no respecto a metodologías con entrenamiento activo, apoyo con folletos informativos o simulaciones por computación pero un estudio controlado antes/después encontró que los participantes que recibieron educación de seguridad basada en entrevistas grupales motivacionales obtuvieron puntuaciones más altas en una lista de verificación que mide el uso de EPI (DM 2,95; IC del 95%: 1,93 a 3,97) que los trabajadores de control que recibieron sesiones educativas tradicionales11. botin punta de acero.
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